Oliver Stone, que dirigirá el filme, comparó el ataque a las Torres Gemelas con una «rebelión» motivada por EE UU, pero los estudios Paramount aclaran que el filme subrayará la «heroicidad de las personas»

Mano a mano, Oliver Stone y Nicolas Cage van a dirigir e interpretar un filme sobre aquella jornada negra sucedida hace cuatro años. Pero la herida sigue abierta en EE UU y algunos ya han cuestionado la idea del cineasta.

Marta Torres - ABC - 13-07-2005

Nueva York- La cinta tendrá como protagonista a Nicolas Cage, actor que últimamente ha volcado su carrera en películas patrióticas, hechas a la medida de los amantes de la bandera estadounidense. Así, la última del actor hasta ahora era «Tesoro nacional» (2004), en la que roba el texto de la Declaración de Independencia de EE UU para protegerla de un cazador de tesoros sin escrúpulos. De este nuevo proyecto, Oliver Stone ha explicado en un comunicado que se trata de «una exploración del heroísmo en nuestro país, pero que se puede extrapolar a cualquier otro por su humanidad». Asimismo, el cineasta no ha perdido la oportunidad de reconocer que este trabajo «es un proyecto en el que se aunan la pasión y la reflexión sobre lo ocurrido». Con estos antecedentes y últimas declaraciones, se esperar cualquier cosa de la cinta y de Cage y Stone, conocido por sus películas de «Platoon» (1986), «Nacido el 4 de Julio» (1989), «JFK» (1991) o «Nixon» (1995).

Los últimos rescatados.
El filme, que se estrenará en 2006, se centra en la historia del salvamento de los dos últimos oficiales de Policía de la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey rescatados, John McLaughlin y William J. Jimeno. Stone acercará al espectador las 13 y 22 horas que esperaron McLaughlin y Jimeno, respectivamente, antes de que sus comprañeros les salvasen. Además, analizará su búsqueda desde el punto de vista desesperado de los familiares y los equipos de rescate.

Paramount ha descrito en un comunicado oficial la película como «el retrato de la forma en que el espíritu humano se crece sobre los momentos trágicos del día». Aunque se conoce que Nicolas Cage interpretará al sargento John McLoughlin, nadie sabe (o, cuando menos, nadie lo quiere decir todavía) quién dará vida a William J. Jimeno. Lo que sí se conoce es que Andrea Berloff ha escrito el guión original y que parte de las ganacias que se obtengan con esta película se destinarán a las familias de las víctimas de los ataques del 11 de septiembre.

Paramount se ha lanzado de forma apresurada a anunciar este proyecto después de que «Variety», la publicación sobre los negocios de Hollywood, informase en un artículo sobre el filme. En el texto se relacionaba la película con los ataques de Londres de la semana pasada. «Atentados del terror se producen en Londres cuando Hollywood parece estar listo para contar finalmente la historia sobre el 11 de septiembre», asegura la revista. Por otro lado, esta misma publicación informó que el proyecto se encuentra ya en fase de preproducción.

La cinta, todavía sin título, se perfila como el mayor proyecto en medios y coste en el que jamás se ha embarcado Hollywood sobre los atentados del 11-S, aunque la tragedia haya servido ya para argumentos de pequeños proyectos de cine, televisión y documentales, entre los que ha destacado el documental de Michael Moore «Fahrenhet 9-11» y el filme «El coraje de todos» (Jim Simpsons, 2002), sobre un jefe de bombreros que pierde a ocho hombres durante la caída de las Torres Gemelas.

La cadena de televisión FX en su programa «Rescue Me» (Rescátame, en inglés) trató las pérdidas del Departamento de Bomberos de Nueva York.

Paramount Pictures financiará y distribuirá el filme.
El cineasta, ex combatiente en Vietnam, ha sido uno de los principales azotes que ha sufrido George Bush, sobre todo a raíz del 11 de septiembre.

Apenas un mes después de los atentados, Stone calificó los sucesos de Nueva York como una «rebelión» motivada por el «control que hace EE UU de la cultura y las ideas» en el resto del mundo.

Pero fue en las vísperas de las elecciones norteamericanas cuando sus críticas contra el presidente se volvieron más feroces, haciéndole responsable de originar un «incendio» en el mundo como respuesta a los ataques. Consideró a Bush también como un «pelele de las grandes compañías petroleras y de armas, las mismas que le han puesto ahí» y un «radical peligroso» que antes de su victoria «se escondía detrás de una máscara de conservador compasivo».