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El 11-S y otros casus belli
PLÁCIDO NAVARRO - 10-10-2005 - 11-S.NET
Son varias las ocasiones en las que se ha utilizado el hecho de haber sido atacados para manipular a la opinión pública y conseguir así un mayor apoyo a una acción bélica. El que los ataques recibidos sean o no reales resulta irrelevante, una vez que se haya culminado con éxito la operación mediática.
Es entonces cuando tenemos un motivo de guerra, un 'casus belli'.
Xabier Batalla, en un artículo para La Vanguardia, analiza varios acontecimientos de este tipo: el hundimiento del Lusitania, el ataque japonés a Pearl Harbor, y los atentados del 11-S. Cada uno de ellos sirvieron de excusa para, respectivamente, entrar en la Primera Guerra Mundial, entrar en la Segunda, y entrar en la Tercera. Recordemos que algunos miembros de la Administración Bush, y entre ellos, Condoleeza Rice, han dicho que "estamos en guerra, en una guerra mundial" contra el terrorismo. Podemos pues aventurar que estamos en la Tercera Guerra Mundial.
Hemos añadido algunos casos que Batalla no menciona en su artículo: el hundimiento del Maine, que dio paso a la guerra de Cuba; los incidentes del golfo de Tonkin, que provocaron la entrada definitiva de EE UU en la guerra de Vietnam; el ataque al USS Cole, que no acabó en guerra pero sirvió como anticipo del 11-S.
Aprovechamos también para extendernos en lo que significa comparar el 11-S con "un nuevo Pearl Harbor", en el sentido que lo anticipó el PNAC para conseguir un cambio radical en la política exterior de EE UU y que se traduciría en unos incrementos sin precedentes en los presupuestos del Pentágono durante los años subsiguientes. El objetivo no sería otro que el de poder mantener varias guerras simultáneas en distintos escenarios y extender el poder de EE UU.
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El 'Lusitania', 1941 y Bin Laden |
La guerra olvidada de Afganistán se inició hace ahora cuatro años después de una agresión, pero la tragedia no lo explica todo
XAVIER BATALLA - 08-10-2005 - LA VANGUARDIA
Afganistán ha entrado en el quinto año de una guerra olvidada que se desencadenó después de una agresión. El salto de Estados Unidos desde el aislacionismo hasta el globalismo puede explicarse por una concatenación de agresiones. Primero, el hundimiento del trasatlántico Lusitania, provocado por un submarino alemán el 7 de mayo de 1915, que costó la vida a 1.200 personas, entre ellas 129 estadounidenses. Segundo, el ataque japonés contra Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, que mató a 2.043 estadounidenses. Y, finalmente, el 11 de septiembre del 2001, cuando los atentados en Nueva York, Washington y Pennsylvania segaron 2.986 vidas, la mayoría estadounidenses, y dieron paso a las guerras de Afganistán y de Iraq.
El hundimiento del Lusitania y el ataque contra Pearl Harbor fueron decisivos para que los estadounidenses resolvieran el dilema de cómo protegerse mejor: si con la defensa de su litoral o con la intervención en el exterior. La guerra de Afganistán no obedeció a una lógica distinta. El 7 de octubre del año 2001, estadounidenses y británicos respondieron militarmente desde el cielo afgano, no porque Dios se lo pidiera a George W. Bush pero sí con la bendición de las Naciones Unidas, a la agresión del 11 de septiembre.
Las agresiones, sin embargo, no lo explicarían todo. El hundimiento del Lusitania no fue lo que obligó a Woodrow Wilson a abandonar su política de neutralidad. Hubo otro acontecimiento más decisivo: el intento de Alemania de ganarse a México, a quien prometió su ayuda, con el telegrama Zimmerman, para recuperar Texas, Nuevo México y Arizona. Pero ni siquiera el telegrama, pese a su gravedad, lo explicaría todo. La opción de convertir a Estados Unidos en una superpotencia había sido adoptada antes de la Gran Guerra. Y la Segunda Guerra Mundial fue otra historia, pero no muy distinta. Hace dos años, The Economist clasificó a los presidentes estadounidenses. Y si a los mejores les daba un 1, a Nixon le despachó con un 4, la peor nota. A Franklin D. Roosevelt le premió con un 1, y para justificar esta nota no invirtió muchas palabras: "Salvó el mundo". Y no le faltó razón. Pero la respuesta a Pearl Harbor no fue sólo una cuestión de justicia. La presencia estadounidense a tres mil kilómetros del continente americano era ya un indicio inequívoco de la vocación global de Washington.
El guión del día después del 11 de septiembre no es distinto. Un año antes de los atentados, cuando George W. Bush era candidato a la presidencia, un think tank neoconservador redactó un documento, Rebuilding America´s defenses: strategies, forces and resources for a new century (Reconstrucción de la defensa de Estados Unidos: estrategias, fuerzas y medios para un nuevo siglo), en el que proponía lo siguiente:
"Antes, el objetivo estratégico de Estados Unidos era la contención de la Unión Soviética; hoy, el objetivo es preservar una seguridad internacional que se corresponda con los intereses e ideales estadounidenses (...) El objetivo es asegurar y expandir las zonas democráticas; evitar la aparición de un nuevo poder competidor, y preservar un favorable equilibrio de poder en Europa, Oriente Medio y en la región productora de petróleo circundante". |
El documento fue obra de The Project for the New American Century (Proyecto para el nuevo siglo estadounidense, PNAC), entre cuyos fundadores están Dick Cheney, vicepresidente de Estados Unidos; Donald Rumsfeld, secretario de Defensa; Paul Wolfowitz, ex subsecretario de Defensa y hoy presidente del Banco Mundial, y Zalmay Khalilzad, embajador en el Afganistán sin talibanes y en el Iraq sin Saddam Hussein. Este documento se inspiró en otro informe, escrito por Wolfowitz y Khalilzad en 1992, en el que se afirma que
"[Estados Unidos] debe desanimar a las naciones avanzadas de cualquier intento de desafiar nuestro liderazgo o de aspirar a un liderazgo regional". |
Este informe fue archivado por Bush padre en un cajón, aunque el acceso a la presidencia de Bush hijo lo resucitó.
Khalilzad trabajó para la petrolera Unocal, como el presidente afgano Hamid Karzai, y en la década de 1990 negoció sin éxito con el régimen talibán la construcción de un gasoducto desde Turkmenistán hasta Pakistán, pasando por Afganistán.
La relación de Khalilzad y Karzai con Unocal ha sido documentada por The New York Times, no por Michael Moore.
Es decir, los trágicos acontecimientos no parecen explicarlo todo.
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El plan del PNAC pudo cumplirse tras el 11-S
"La misión principal para un futuro ejército de EE UU ya 'transformado' es "luchar y ganar decisivamente multiples y simultáneas guerras en cualquier escenario", dice el plan del PNAC.
"Further, the process of transformation, even if it brings revolutionary change, is
likely to be a long one, absent some catastrophic and catalyzing event – like a
new Pearl Harbor.l"
Página 63 del informe Rebuilding America´s defenses: strategies, forces and resources for a new century(PDF) |
"La transformación estratégica de los ejércitos de EE UU en una fuerza imperia de dominación total requerirá de un incremento anual de un 3,5% a un 3,8% en los gastos de Defensa" -continúa el plan, y añade que "el proceso de transformación llevará mucho tiempo, a no ser que ocurra algún acontecimiento catastrófico y catalizador. como un nuevo Pearl Harbor."
Christopher Maletz, director adjunto del PNAC, fue preguntado por American Free Press sobre el significado de "la necesidad de un nuevo Pearl Harbor"
Se necesitaba más dinero para elevar el presupuesto de Defensa para conseguir nuevas armas y capacidades futuras", dijo Maletz. "Sin algún desastre o algún hecho catastrófico, ni los políticos ni tampoco los militares lo habrían aprobado", afirmó. El "nuevo Pearl Harbor", llegó en forma de ataque terrorista el 11 de septiembre de 2001, y trajo con él la catalización necesaria para poner en marcha la guerra global. Inmediatamente después del 11-S, el Congreso destinó 40.000 millones de dólares para la financiación de la "guerra contra el terrorismo".
Un portavoz del Pentágono dijo a American Free Press que 17.500 millones de esa partida inicial iban destinados a Defensa.
El presupuesto de Defensa de EE UU para 2002, incluyendo un suplemento de 14.500 millones de dólares, alcanzó la cifra de 345.700 millones, cerca del 12% de incremento sobre el presupuesto de 2001.
En esas fechas se proyectaron futuros incrementos en los presupuestos de Defensa, 365.000 millones de dólares para 2003, y 378.000 millones para 2004. El plan del PNAC se cumplía por encima de sus propias espectativas.
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11-s.net, basado en textos de American Free Press |
Si lo deseas, puedes bajarte (en PDF, y en inglés) el texto completo del informe del PNAC, Rebuilding America´s defenses: strategies, forces and resources for a new century (Reconstrucción de la defensa de Estados Unidos: estrategias, fuerzas y medios para un nuevo siglo) (BAJAR)
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La guerra de Vietnam comenzó en ausencia del enemigo
Cuando el destructor USS Maddox entró en el golfo de Tonkin, un 2 de agosto de 1964, habían pasado nueve meses del asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy (JFK). (22-11-1963).
Ngo Dinh
Diem, el presidente de Vietnam del Sur, también fue asesinado el 1 de noviembre, solo 21 días antes que Kennedy.
Kennedy había rechazado la Operación Northwoods, un plan secreto del Pentágono consistente en llevar autoatentados y culpar al régimen de Castro con el objetivo de declarar la guerra a Cuba.
También había solucionado satisfactoriamente la crisis de los misiles que la Unión Soviética había instalado en la isla caribeña tras el fracaso de la invasión de Bahía Cochinos por fuerzas cubanas anticastristas.
Aunque EE UU mantenía miles de asesores militares apoyando al régimen de Vietnam del Sur, aún no se había involucrado en la guerra que mantenía sus aliados con sus vecinos del Norte.
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El USS Maddox en el golfo de Tonkin. |
La misión del USS Maddox consistía en 'obtener inteligencia' de los puertos y puestos de radar de Vietnam del Norte. Sé colocó a 8 millas de la costa, desafiando el límite de 12 millas que el Gobierno norvietnamita había establecido unilateralmente, pero más alejado del límite internacional de las 3 millas. Los vietnamitas enviaron varias patrulleras para interceptar al Maddox pero éste hundió dos de ellas y consiguió despejar la zona.
Dos días después, el USS Maddox y el USS Turner Joy volvieron. Por la noche, en medio de una tormenta tropical, los barcos experimentaron numerosas averías eléctrónicas.
Los capitanes de ambos barcos asumieron que estaban siendo atacados y comenzaron un contraataque, a pesar de que no había evidencia de la presencia del enemigo. De hecho, eso fue lo que manifestó
James B. Stockdale, piloto que hizo el reconocimiento aéreo, cuando se le preguntó si había visto algún barco nornietnamita: "Not a one. No boats, no wakes, no ricochets [sic] off boats, no boat impacts, no torpedo wakes-nothing but black sea and American firepower." [1]
Este incidente bastó para declarar la guerra a Vietnam del Norte. Más tarde, ese mismo día (05-08-1964) comenzaron los primeros bombardeos sobre territorio vietnamita en lo que sería el comienzo de una escalada bélica que duró hasta enero de 1973.
Se estima que murieron más de dos millones de vietnamitas, a los que hay que añadir tres millones de heridos. Como consecuencia de los ocho años de guerra, un millón y medio de niños quedaron mutilados o huérfanos.
Los militares estadounidenses tuvieron 57.685 muertos, además de 153.303 heridos.
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NOTAS:
[1] Paterson, Thomas G., J. Garry Clifford and Kenneth J. Hagan. American Foreign Relations: A History Since 1895 . 4th Edition. Lexington: D.C. Heath and Company, 1995 p. 410. |
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1915: el hundimiento del Lusitania
(gymzv8rocne.edu.sk)
1941: e l hundimiento del USS Arizona en un fotograma de la película Pearl Harbor.
(Touchstone Pictures)
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2001: Tras el 11-S, Zalmay Khalilzad ejerce como embajador de EE UU en Afganistán y en Irak. Khalizad trabajó para la petrolera Unocal, al igual que Hamid Karzai. Y es uno de los inspiradores del PNAC.
(AP Photo/Yahya Ahmed)
Hamid Harzai, actual presidente de Afganistán y antiguo empleado de Unocal.
(REUTERS/Charles Platiau)
Zalmay Khalilzad junto a George W. Bush en el despacho oval de la Casa Blanca. (wikipedia)
2000: El 12 de octubre, el USS Cole fue atacado con una lancha bomba en el puerto de Aden, Yemen. Este atentado pasó a formar parte de la leyenda de Al Qaeda anterior al 11-S. (USS Tidewater Alumni Association)
SABER MÁS:
La guerra de Cuba entre España y EE UU empezó con un atentado
El 15 de febrero de 1898 una misteriosa explosión hizo zozobrar al USS Maine en el puerto de La Habana. No se sabe a ciencia cierta quién o qué provocó el desastre, pero la mayoría de los estadounidenses estaban convencidos de la culpabilidad de España a través de una campaña mediática realizada desde los periódicos de William Randolph Hearst (hoy en día Grupo Hearst, uno de los principales imperios mediáticos del mundo).
Estados Unidos exigió a España retirarse de Cuba, y empezó a movilizar tropas de voluntarios. España respondió declarando la guerra a Estados Unidos, dando orígen a la llamada Guerra Hispano-estadounidense, también llamada 'Desastre del 98'.
Las tropas de Estados Unidos arribaron a Cuba y la marina de Estados Unidos destruyó dos flotas españolas: una en la bahía de Manila en Filipinas (entonces posesión española), y la otra en Santiago de Cuba. En julio, el gobierno español pidió negociar la paz. Estados Unidos adquirió gran parte del imperio español: Cuba , Filipinas, Puerto Rico, y Guam. En una operación no relacionada con la anterior, se anexaron también las islas de Hawai.
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LA INVESTIGACIÓN
En 1975, una investigación llevada a cabo por Almirante Hyman Rickover examinó los datos recuperados en 1911, de la investigación de los restos del naufragio y concluyó que no hubo evidencias de una explosión externa.
La causa más probable del hundimiento fue una explosión de polvo de carbón, de una carbonera imprudentemente localizada junto al polvorín de la nave.
La caución del capitán Charles D. Sigsbee había sido bien fundada. El capitán del USS Maine instó a que no se hicieran presunciones de ataque enemigo hasta que no tuviese lugar una investigación completa de las causas de la explosión. Por ésto, el Capitán Sigsbee fue criticado por la prensa por "negarse a ver lo obvio". La publicación mensual Atlántica declaró inmediatamente, que suponer que la explosión pudo ser algo diferente que un acto deliberado de España era "completamente en desafío con las leyes de probabilidad."
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