PLÁCIDO NAVARRO - 24-10-2005 - 11-S.NET
El 11 de septiembre de 2001 las autoridades tuvieron especial cuidado en ocultar las imágenes de muertos y heridos por el atentado. No se trataba de una acción aislada. Luego harían lo mismo durante la guerra de Irak. El objetivo es evidente: minimizar los terribles efectos que las heridas y las muertes tienen sobre la opinión pública.

NM
Se acerca la cifra de 2.000 soldados estadounidenses muertos en la guerra de Irak. El pasado domimgo eran 1.996. La activista Cidy Sheehan ya ha anunciado que volverá a la Casa Blanca para atarse a la verja y quedarse allí hasta que el Presidente retire las tropas. [1]
La cifra de muertos es un dato a tener en cuenta, pues cada vez pesa más. En Viet Nam hicieron falta 50.000 para llegar al convencimiento de que la guerra se había perdido. Una cifra 25 veces menor podría causar los mismos efectos en Irak.
Estos números, sin embargo, ocultan otros muy significativos. ¿Se ha fijado usted que nunca se habla de heridos? “Una bomba mata a cuatro soldados en Bagdad”, nos dicen, sin aclararnos si ésta hirió también a otros cuatro o más soldados, y si lo hizo gravemente.
Podría sospecharse, que aquellos que fallecen en los hospitales, como consecuencia de las heridas, no son tenidos en cuenta a la hora de engrosar las estadísticas antes mencionadas.
También, no creo que nadie dude, que los suicidios entre la tropa tampoco se consideran como bajas. Solo durante el primer año de la invasión se registraron al menos 21 casos de muerte por suicidio. [2] Hubo además numeroros intentos que acabaron en autolesiones.
¿Cuántos heridos ha habido en Irak desde que los aliados invadieron el país en marzo de 2003? El Pentágono contabiliza en algo más de 15.220 los heridos en combate. De ellos 7.100 demasiado graves para volver al frente. También admite que son miles, sin determinar, los heridos en acciones no directamente relacionadas con el combate. [3]
Los expertos señalan como un gran éxito el haber reducido la cifra de muertos respecto a otras guerras en el pasado. Son varios los factores que influyen en este logro: la mejor protección de las zonas vitales (chaleco y casco) y la mejor asistencia sanitaria en el lugar del conflicto son considerados los más relevantes.
Una herida de guerra es, normalmente, algo serio. Hablamos de más de 300 amputaciones de extremidades. En ocasiones amputaciones múltiples. La mayor parte de ellas son debidas a artefactos explosivos.
Estos datos sirven para hacerse una idea de cómo marcha, realmente, la guerra en Irak. Antiguamente se podía relativizar el impacto haciendo ver que el enemigo aún sufría más bajas. Hoy, ese dato parece no servir de mucho. El general Tommy Franks nos advertía, por ejemplo, que él no estaba allí para contar a los muertos, en un momento en el que la invasión acababa de comenzar.
Hay que tener en cuenta que EE UU solo dispone de 150.000 soldados en la zona del conflicto. Los muertos y heridos suponen cerca del 15% de esa fuerza. Y como se ha dicho antes, son miles los heridos que al no haberlo sido en combate no figuran en esas listas. John Kerry, el candidato demócrata a las presidenciales de 2004, criticó los planes del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, por haber diseñado una ocupación con tan pocos efectivos.
Pero a día de hoy, aumentar el número de tropas es ‘misión imposible’. Principalmente porque el número de gente dispuesta a alistarse ha descendido notablemente.
Para los estrategas de la casa Blanca, la única esperanza consistía en que el nuevo ejército iraquí se hiciera cargo de las misiones más arriesgadas. Y nuevamente llegaron las contradicciones: mientras el general Casey, actualmente al mando, admitía que solo un batallón de los 120 entrenados por EE UU estaba disponible para entrar en combate, el presidente Bush se felicitaba de los avances iraquíes en materia de Defensa.
Cada uno ve lo que quiere ver. Pero las cicatrices son difíciles de disimular.
|